Compensaciones de biodiversidad, licencias que afectan al planeta
La Coalición Mundial por los Bosques (GFC, por sus siglas en inglés) presentó el estudio Compensación de la biodiversidad: una licencia social corporativa para perpetuar la destrucción de la biodiversidad y la desigualdad de género previo a la COP16 donde piden dejar de apoyar la estrategia fracasada y exigen a los gobiernos y las instituciones financieras dar prioridad a la conservación genuina
El documento señala que las corporaciones multinacionales, los gobiernos, las instituciones financieras y las principales organizaciones de conservación de la naturaleza están promoviendo cada vez más la compensación de la biodiversidad como un mecanismo clave en la conservación de la biodiversidad, especialmente a raíz del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal (KMGBF).
“Para detener la oleada de pérdida de biodiversidad, debemos rechazar las soluciones basadas en el mercado e invertir en verdaderos esfuerzos de conservación que den prioridad a las personas y al planeta”, declaró Souparna Lahiri, asesor senior de política climática y de biodiversidad de la GFC.
“Las compensaciones no reparan el daño; sólo lo reubican. Pretenden restaurar la biodiversidad, pero las cicatrices que dejan son permanentes”.
Este enfoque no tiene como principal objetivo la naturaleza. Por el contrario, permite a las corporaciones lavar de verde sus proyectos destructivos al tiempo que retrasa los auténticos esfuerzos de protección ambiental.
“Las crisis de pérdida de biodiversidad y cambio climático están profundamente entrelazadas, y las compensaciones de biodiversidad están repitiendo los mismos errores que las compensaciones de carbono: sirven de fachada para ocultar la continua destrucción y los abusos de los derechos humanos”, afirmó Mary Louise Malig, Directora Política de la GFC.
“Son una ilusión en el mejor de los casos y corruptos en el peor, un lavado verde de los beneficios empresariales a costa de nuestro planeta. Todavía hay una oportunidad de cambiar el rumbo, pero sólo si rechazamos estas soluciones fallidas basadas en el mercado y cerramos el paso a los grupos de presión corporativos que nos conducen al colapso.”
Los proyectos de restauración así llamados a menudo no consiguen reproducir los complejos ecosistemas a los que sustituyen, lo que hace que el objetivo de “pérdida neta nula” sea ilusorio e inalcanzable.
Las compensaciones tienen un alto coste social y cultural, ya que socavan los derechos de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales, en particular de las mujeres y la juventud.
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Suelen provocar desalojos forzosos, pérdida de acceso a recursos esenciales y violaciones de derechos fundamentales, privando a las comunidades de sus derechos y sin alternativas. Al mismo tiempo, los supuestos beneficios para la conservación rara vez se materializan.
“La biodiversidad no es un libro de contabilidad que se pueda cuadrar. Las compensaciones permiten a las empresas explotar la naturaleza, mientras que las personas que dependen de ella pagan el verdadero coste”, afirmó Valentina Figuera Martínez, coordinadora de la campaña Justicia de Género y Bosques de la GFC.
“A menudo, son las mujeres y las niñas -que ya se enfrentan a injusticias de género y a un acceso restrictivo a la tierra, el dinero, el poder y los recursos- las que sufren las peores consecuencias de estas violaciones de derechos. Estos programas no hacen sino perpetuar las profundas desigualdades de género que luchamos por superar.”
Las compensaciones de biodiversidad deben rechazarse como una falsa solución y sustituirse por estrategias genuinas respetuosas con la integridad ecológica y los derechos de las comunidades.
Los gobiernos deben crear marcos normativos sólidos y contribuciones obligatorias, en lugar de confiar en medidas corporativas voluntarias que se han quedado cortas una y otra vez.
Por otra parte, las instituciones financieras internacionales y los grupos conservacionistas deben dejar de facilitar el cabildeo empresarial que promueve las compensaciones. Los esfuerzos de conservación deben priorizar el bien público, reconociendo el valor inherente de la naturaleza, que no puede reproducirse ni sustituirse mediante mecanismos de mercado.
Los gobiernos deben aprovechar este momento para adoptar estrategias transformadoras que defiendan la integridad ecológica, protejan los derechos humanos y reconozcan el verdadero valor de la naturaleza más allá de lo monetario. La biodiversidad no es una mercancía para comprar y vender: es la base de la vida en la Tierra, y la política multilateral debe reflejar esa realidad.
Alzan voz por los bosques
El 21 de octubre de 2024, grupos ecologistas y de la sociedad civil de todo el mundo se manifestarán contra la quema de biomasa forestal a gran escala para producir energía.
El día internacional de acción coincide con el inicio del Convenio sobre la Diversidad Biológica que se celebra en Cali, Colombia, y los activistas están llamando especialmente la atención sobre el devastador impacto que la tala de bosques para suministrar biomasa está teniendo en la fauna y los ecosistemas del mundo.
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